606 palabras (0.09% de la Biblia)
El alza reciente de robos de automóviles en Monterrey es la nueva plaga que acecha a la sociedad ya lastimada por organizaciones criminales.
Juntando estadísticas de varias fuentes he calculado lo siguiente:
Si los robos de automóviles continúan al ritmo actual en Monterrey, la probabilidad de que a usted le roben el suyo durante su vida (la vida del lector, no la del vehículo) es de 70%. Si tiene dos autos en casa, la probabilidad de que al menos le roben uno es un espantoso 90%. Si tiene tres, que va, no se queje.
La otra estadística preocupante es que los atracos con violencia (en vez de mientras veía en trance la película Avatar en tercera dimensión) han aumentado más de 4 veces en tan sólo un año. Si tiene un auto de lujo (con mejores sistema antirrobo), es más probable que se lo quiten con violencia, con intimidación, golpes, cachazos o balazos.
Para darle un descanso a este desfile de estadísticas del desamparo, déjame le comento que tres cuartos de los autos son recuperados (si bien aproximadamente un tercio termina oliendo feo y/o “raro” y sabemos, sin confesar, que ya nunca serán lo mismo (aproximación de su editorialista)).
El valor de los autos robados y no recuperados es de más de $800 millones de pesos por año. Habría que agregar también a este costo las externalidades al robo: baja en crecimiento económico, productividad y calidad de vida.
Felicito la aprehensión reciente de una banda de robacoches, pero no es suficiente para dejar a la sociedad tranquila.
Que el gobernador Medina ha dicho que hará algo al respecto, multiplicando la burocracia por medio de reuniones calendarizadas, no inspira, digamos, olas de confianza. Los resultados de esas reuniones seguirán caminos conocidos, propuestas sensibles, pero rara vez eficaces: más y mejor fuerza policíaca, disminuir la corrupción, aumentar la calidad y cantidad de policías, instituir sistemas de reporte de incidentes, mejor infiltración y más “inteligencia”. Todos necesarios, pero con una larga historia de decepción.
Sin embargo, creo que podemos encontrar otras soluciones.
Existe una variedad considerable de aparatos/sistemas antirrobos: alarma fastidia-vecinos, barras roba-el-próximo-auto, candados en el arranque, pintar el vehículo rosa, y un dispositivo geolocalizador. Todos, salvo los últimos dos, son inútiles contra el robo con violencia. Y si todos pintáran el carro de rosa, esto también dejaría de ser efectivo.
Con un dispositivo geolocalizador, las autoridades son alertadas de la ubicación del vehículo facilitando la recuperación del mismo y la aprehensión del ladrón. Es posible también dejar estratégicamente el vehículo en su recorrido a través de la cadena criminal y atrapar a peces más profundos. El dispositivo, del tamaño de una caja de cigarros, se esconde aleatoriamente en el vehículo.
El inconveniente mayor de este aparato antirrobo es su costo promedio anual de poco más de $2,000 pesos. A este precio y con el índice actual de autos robados y no recuperados, solamente hace estricto sentido económico instalarlo a automóviles de un valor mayor a $400,000 pesos.
Pero no es necesario instalarlo en todos los automóviles.
Los ladrones roban más de uno, muchas veces llegan a robar diez o más. Si, por ejemplo, uno de cada diez vehículos tiene el dispositivo, el ladrón sabrá que corre un riesgo grande de finalmente ser capturado. Una solución es crear una lotería que reparta este sistema antirrobo. De esta manera, los ladrones no podrán crear un perfil de automóviles sin protección. El costo por cada vehículo sería de un décimo del costo total, o sea, $200 pesos por año.
La tenencia podría servir como fuente de ingreso para pagar este menor costo. Es lo mínimo que la sociedad de Monterrey merece.
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